Embarazo y crisis. ¿Encargar un bebé sin tener dinero?

A principios de esta semana el trabajo de mi marido ha finalizado. Por si fuera poco, y dentro de las prácticas abusivas de muchas empresas hoy en día, nos han dejado bien claro que ni finiquito ni vacaciones pendientes ni nada de nada.

Debido a la nueva situación a la que nos enfrentamos, estamos replanteando el hecho de querer ser padres. En realidad, me lo estoy replanteando yo. Mi marido dice que adelante con todo.

Estoy nerviosa, me siento insegura. No es que no tenga ahorros para poder pasar una temporada sin ingresos pero esta situación me parece demasiado complicada. Al fin y al cabo lo que necesita un niño es estabilidad, y creo que no estamos en el mejor momento para ofrecérsela.

Por otra parte están los argumentos de mi chico. Un niño no es cuestión de un año ni de dos. “Y si me quedo en el paro cuando tenga cinco años? Será menos grave? Hay alguien que tenga el trabajo asegurado de por vida?”

No puedo dejar de darle vueltas al mismo tema:

Es la crisis económica suficiente motivo para dejar de vivir nuestras vidas conforme deseamos?

¿Psicosíntomas o síntomas de embarazo?

Por si no fuera bastante cachondeo tener que ser madre novata  ahora me he encontrado con que formo parte de una nueva tendencia; la buscadora de embarazo novata.

Tiene poca gracia el término pero según me voy informando cada vez me parece más común el hecho de sufrir los psicosíntomas del embarazo.  Aclaro que no lo llamo embarazo psicológico porque entiendo que este término se refiere a una enfermedad seria y no me gustaría frivolizar sobre el tema.

A lo que vamos, ahora resulta que es muy habitual sentir todos y cada uno de los síntomas de embarazo. Lo que nos faltaba!

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Y es que claro, te pasas la vida utilizando métodos anticonceptivos. Nos amenazan constantemente con el hecho de que el uso de los mismos tiene que ser algo muy estricto. Vamos, que todos hemos oído alguna vez aquello de que “antes de llover chispea”.  Y allá vas toda contenta al mantener tus primeras relaciones sin método alguno y, cuando todavía no ha pasado media hora desde el primer intento,  ya estás con nauseas. (Hablo por mí, claro).

Creo que el primer mes de búsqueda he sufrido todos los síntomas de embarazo.

1.- Nauseas.

2.- Aversión a algunos alimentos.

3.- Sensibilidad olfativa.

4.- Dolor ovárico “diferente”.

5.- Sensibilidad, hinchazón y dolor en los pechos.

6.- Abdomen muy tenso.

7.- Cansancio exagerado.

 

Más un montón de síntomas no tan conocidos que comenzaba a sentir a medida de que google me informaba de su existencia…

Tantos fueron mis nervios que durante el primer mes de búsqueda tuve un retraso de quince días en la menstruación. Quince largos e insoportables días donde trataba de hacerme a la idea de cómo sería ese embarazo que, de momento, todavía no ha llegado, pero yo creía muy real.  

La declaración de amor más grande de todas.

Todas las parejas, por muy enamoradas que estén, por muy bien que se lleven, terminan cayendo en una lenta rutina. Rutina no tiene porqué ser una palabra peyorativa. A mí personalmente me encanta esta dulce sensación de intimidad y de saber que pase lo que pase tienes a tu pareja a tu lado. Disfrutar juntos de no hacer nada, del simple placer de compartir los sueños, cama y macarrones, es la meta inalcanzable para mucha gente. El nirvana del amor.

Considero, desde mi punto de vista siempre particular, que muchas parejas se rompen porque no llegan a apreciar el auténtico paraíso que es amar tanto a una persona como para prescindir de aventuras, primeras citas y emociones al máximo. Puede que muchas de las infidelidades lleguen cuando empezamos a añorar la emoción de los primeros besos y las tensiones de cuando estas con alguien con quien no has estado antes.

A mi pareja y a mí el propósito de ser padres nos ha devuelto la magia del principio de la relación por una razón mayúscula, nos hemos hecho la declaración de amor más grande de la historia. ¿Qué es sino decirle a otra persona que quieres que sea el padre o la madre de tus hijos? Porque no nos olvidemos; los matrimonios, las parejas de hecho, las convivencias, todo es efímero. Todo puede romperse y desintegrarse en el aire. La paternidad no. Vamos a estar unidos de por vida. Incluso si uno de los dos decide separarse del otro el lazo de la paternidad nos unirá para siempre. Nuestro hipotético hijo será  hijo de los dos toda la vida, nos encontremos en la situación en la que nos encontremos.  

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De repente la magia ha vuelto y se ha instalado en nuestra casa, con nosotros. Se esconde en los rincones más insospechados. A veces un sms: “buenos días mami”, que en cualquier otro contexto me parecería de lo más hortera, pero que ahora me encanta. Cruzarse con niños en la calle y ver que ahora somos los dos los que los seguimos con la mirada. Hacer planes de cómo será nuestra vida y qué valores queremos enseñar a nuestros hijos.

 Y, como no, el sexo. Que antes era algo que nos gustaba y se nos da bien, ¿porque no decirlo?, y ahora ha tomado una dimensión diferente. Se ha convertido en un momento de máxima intimidad y declaración de principios donde los dos estamos pensando que puede, solo puede, sea justo hoy cuando estemos creando una nueva vida.

Embarazo; google y foros.

Desde que inicie la aventura de querer ser madre las búsquedas en google sobre temas relacionados con la concepción se han multiplicado considerablemente en mi historial.

En un primer momento mis lecturas se basaron en blogs y demás páginas pseudocientíficas de dudosa procedencia y fiabilidad. A veces algunos diseños de apariencia profesional pueden llevarnos a creer que estamos leyendo artículos fiables. Yo siempre trato de no dejarme confundir, una de las mejores cualidades de internet es que todo el mundo es libre de hablar y opinar, uno de los peores inconvenientes es este mismo. Que una página salga la primera en una búsqueda no depende de la veracidad de lo que se habla en ella.

Como buena curiosa y obsesiva rastree  hasta llegar al mundo de los blogs y descubrí toda una comunidad de mujeres que, como yo, necesitan compartir y hablar durante horas sobre el mismo tema. ¿Estaré embarazada? ¿Mis síntomas son de menstruación o de embarazo? ¿Es normal esto o lo otro?

Después de varios días leyendo “a la sombra” decidí registrarme, como casi todas las personas que participan en foros, con un seudónimo.

Me convertí en una forera activa. Comentaba los pormenores de la búsqueda de otras mujeres y compartía desde el anonimato mi vida. Descubrí que existen posturas específicas, que hay chicas que controlan su temperatura cada mañana, que gastan test de ovulación y de embarazo a diario, que tal o que cual remedio casero ayuda con la búsqueda, que algunas se sienten los síntomas antes, otras solo sueñan con tenerlos… Pero lo peor fue que descubrí que existen riesgos serios los primeros meses de embarazo, que muchas mujeres llenas de ilusión tienen pérdidas cuando aún el embarazo no puede considerarse ni como tal. En definitiva, aprendí sobre todo y cada uno de los posibles problemas que pueden derivar de un embarazo. Hasta el punto de que, en mi segundo mes de búsqueda, empecé a sentir que posiblemente me quedara varias veces embarazada antes de tener un embarazo con éxito, o que tal vez pudiera tener problemas de fertilidad. Perdí la ilusión.

No todo en el mundo de los foros es malo. Esas mujeres que día a día comparten detalles tan íntimos de su vida han creado una auténtica comunidad de personas que se ayudan entre ellas, se aconsejan y se apoyan. Han creado, incluso, un lenguaje propio; Fnw, Fl, Te, To, (las foreras entenderán perfectamente cada una de las siglas). 

Sin embargo mi experiencia ha sido bastante negativa. Entender los riesgos y los problemas que pueden surgir durante el embarazo no me resulta positivo. No hay que cerrar los ojos ante la evidencia de que existen y son reales, pero por más que una lea miles y miles de casos horribles nunca está realmente preparada para que le sucedan a ella misma. Todo el mundo conocemos y oímos hablar de las desgracias de los demás y no por ello las tomamos con menos tristeza cuando nos suceden a nosotros.

A partir de ahora mi búsqueda del embarazo va a ser positiva.  No quiero sexo programado, no quiero tomarme la temperatura, no quiero contar los días que faltan para la menstruación.

Una parte del proceso es la propia búsqueda y como tal voy a disfrutarla con tranquilidad.

Buscar embarazo en… ¿Secreto?

Una de las primeras dudas que te planteas cuando tratas de conseguir un embarazo es si llevarlo en secreto o contarlo a la gente más allegada.

Tengo que dejar claro desde el principio que soy contadora por naturaleza. No llego a disfrutar de las cosas si no se las cuento a todo el mundo, muchas veces soy demasiado anecdotista y pesada. Pero me gusta compartirlo todo. De hecho no es de extrañar que asedie a mis visitas con fotos y todo lujo de detalles de mi último fin de semana en cualquier fiesta, cumpleaños o escapada. Decidir que vamos a buscar un embarazo es una de aquellas noticias que me gustaría gritar a los cuatro vientos.

Aun así, después de una larga conversación con mi chico, decidimos llevarlo en medio secreto por una razón muy determinante; nos aterra la idea de tardar en conseguir el embarazo.

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Pongamos que mi SeñoraSuegra es conocedora de nuestra búsqueda. No es una persona especialmente discreta y sutil. El hecho de imaginarme cada mes dando explicaciones de mis periodos, días de ovulación, frecuencia y posturas de nuestras relaciones sexuales no me apasiona lo más mínimo.

Por no decir que la SeñoraSuegra es de aquellas que tienen bastante suelta la tarjeta de crédito. Cabe dentro de las posibilidades más realistas que nos diera una visita sorpresa el día menos pensado para traernos un regalito que básicamente podría consistir en todo el lote necesario para la crianza del supuesto bebé desde el nacimiento hasta su primer día de universidad. Exagero un poco, pero no demasiado, creedme.

Por otra parte tenemos a los amigos. Esos que ejercen presión silenciosa observando tu figura y anotando en un registro meticuloso si bebes vino, comes jamón o has dejado de fumar.

Una vez decidido que no pensábamos contarlo, que guardaríamos el secreto, me di cuenta de que no podía llevar todo esto sola. Evidentemente es algo de dos, pero la lista interminable de obsesiones es exclusivamente mía. Y como no soy de guardar secretos ya lo he contado a tres personas;

MiSeñoraMadre; Muchas mujeres nos sentimos más cercanas a nuestra madres cuando tratamos de aprender a ser madres nosotras mismas. (Siempre y cuando la madre no haya sido muy desastre y el resultado haya sido mediadamente aceptable). De mi SeñoraMadre he aprendido que no debo obsesionarme. Está ilusionada y contenta (mi supuesto bebé sería su primer nieto), y me deja a mi aire. No me pregunta pero sí me observa. El otro día le dije que tenía muchos dolores de ovarios por la menstruación para ponerla al día. Así no le paso cuentas pero la tranquilizo un poco.

VeciMamiAgobiada; Mi vecina, madre de un niño de dos años y embarazada del segundo. De mi misma edad pero con experiencia. Me cuenta cosas y le pregunto muchas. Conozco cada uno de sus síntomas, su estado de ánimo, etc. Me gusta estar en contacto con ella y ver el embarazo y la maternidad sin censuras.

LaNoviaDelPrimo; Mi chico tiene un primo. Y el primo tiene una novia. Cabe decir que la adoro y que me encanta. Además, como no tengo cuñados, y mi chico y su primo se quieren tanto, los considero como tal y hacen esa función. En ningún momento pretendí compartir con ella mi búsqueda. De hecho lo conté en un estado algo etílico después de una cena con mucho vino. Exaltación de la amistad y del amor familiar. De este desliz sí que me arrepiento. No tenemos contacto constante y después de dos meses ya se ha puesto en contacto conmigo mediante mensajitos. “A veces me pregunto si ya estarás embarazada”.  Durante nuestra última conversación le expliqué que habíamos cambiado de idea y preferíamos esperar. Creo que no me creyó.

Así pues, mi secreto ya no es tan secreto. Es solo semisecreto, secreto a medias. No llega a secreto a voces. Por el momento la euforia inicial se ha sosegado y he encontrado el equilibrio. No necesito compartirlo con nadie más. (Excepto mi blog.)

Embarazo sin cuentas de la abuela.

Pocos días después de enterarme de que mi chico quería que fuéramos papis (yo he querido siempre, así que ni me lo llegué a repensar), tuvimos la conversación típica en la que supuestamente yo tenía que informarle de los pormenores de mi sistema reproductor. Véase días, cuentas de la abuela, etc.

A los dos minutos de conversación decidimos que no buscaríamos  un bebé, simplemente dejaríamos que sucediera si tenía que suceder. Nos olvidaríamos de hacer cuentas.

Como todavía estábamos en el primer mes después de los anticonceptivos, y a pesar de que mi doctora me dijo alto y claro que no existía problema, durante el primer mes «nos cuidamos». Nada de dejar dentro la semillita.

Me juré y me perjuré mil veces que no llevaría las cuentas, que no me comería la cabeza ni me obsesionaría.

Dos días después tenía mi aplicación movil de cuentas de la abuela instalada, estaba pendiente de mis síntomas, y anotaba en la en la aplicación todos mis síntomas imaginarios.

Juré que no me obsesionaría. Obsesión es ahora mi segundo nombre.

Ácido Fólico

Ya en mi primera visita al médico de cabecera por mis dudas sobre cuánto debía esperar, me receta el famoso ácido fólico. Famoso si estas intentando quedarte o si tienes a alguien cerca en la misma circunstancia, yo no lo había oído en mi vida. 

El ácido fólico es un simple suplemento vitamínico. Nos ayuda a prevenir defectos en el tubo neural (espina bífida, anencefalia, encefalocele) y otros defectos congénitos de los que no conozco absolutamente nada y de los que espero no llegar a conocer.

Me explica mi doctora que simplemente son vitaminas, no causan efectos secundarios nimportantes (aquí el prospecto http://www.prospectos.net/acfol_comprimidos_5_mg ) y me dice que esta marca es muy buena. Que no me deje engañar por cajas que cuestan entre 15 y 20 euros, esta (3 o 4 euros), es exactamente igual que las demás pero sin tanto márketing de por medio. Me dice que es la que tomó ella y me quedo mucho más tranquila.

De hecho, hasta ahora, no he sentido nada especial al tomármelas y ese pico que me he ahorrado.

Os las aconsejo !

¿Cuanto esperar después de dejar los anticonceptivos?

Una de mis primeras preocupaciones con respecto a quedarme embarazada fue cuánto tiempo debía esperar tras muchos años tomando anticoceptivos (últimamente estaba con los parches pero he tomado pastillas también).

Pues ni corta ni perezosa me voy a mi médico de cabecera. Sí, de cabecera, porque no veo porqué tengo que pagar por una consulta en el ginecólogo o esperar una larga lista de espera en la Seguridad Social para una consulta tan simple. Además, mi doctora es encantadora y suele solucionar todas mis dudas.

Le hago la consulta y me dice que no tengo porqué esperarme.

En un primer momento me quedo un poco sorprendida porque yo, como mucha gente, recurro a google para solucionar todas mis dudas, no obstante siempre consulto después con el médico. Algo que debería de hacer todo el mundo, de paso sea dicho.

La doctora me dice quecon los anticonceptivos actuales no existe problema alguno, ni para mi como madre ni para el posible bebé, si me quedo embarazada al primer mes. Eso sí, hay muchas mujeres a las que les cuesta un poco recuperar los ritmos habituales del cuerpo, por lo que me insiste en que no me haga muchas ilusiones si me cuesta un poco. También es importante esperar a cumplir un ciclo completo, es decir, no dejarse el ciclo de pastillas o parches a mitad, no quitarse el anillo antes, etc. 

Así que mi conclusión, para mi misma, insisto en que cada caso es un mundo, es desde el día cero empiezo a buscar  o a dejarme encontrar por el embarazo. Deseadme suerte!

Sin parches puede haber embarazo.

Son las 22.00h. Estoy muerta después de trabajar todo el día.

Mi chico está en su ordenador para revisar el mail. Como todos los lunes espero a última hora para ponerme el parche anticonceptivo, hoy me toca el primero del mes, acabo de pasar la menstruación.

Rebusco en los armarios del baño, en mi neceser y en la mesita de noche a sabiendas de que no los he comprado.

Cariño, he olvidado comprar los parches. – Me preparo para un sermón. Soy  muy olvidadiza. Trabajo demasiado y no estoy centrada.

 – Déjate ya los parches.
¿Qué? – Y no es que no lo haya oído. Es que no tengo claro qué es lo que intenta decirme.
 – Olvídate ya de los parches.
 – Pero si no me los pongo, ¿sabes lo puede pasar?.
 – Pues si pasa, que pase.

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Yo siempre he soñado con ser madre. Soy de las que se pelean por tener en brazos a los reciébn nacido. De las que encandila a los niños con canciones y juegos y de las que hipnotiza a los más mayores con cuentos. Tengo vocación.

He de confesar que alguna vez he sentido un deseo muy real de robar niños. Sí, los veo en brazos de sus madres, con esas mejillas tan sonrojadas y oliendo a polvos de talco y sencillamente me los llevaría a cuestas. Me mata la envidia.

El deseo de ser madre ha sido siempre tan fuerte en mí que en algún momento de mi vida debo de haber olvidado que puedo hacerlo realidad. Es decir, siempre lo he visto como algo muy lejano. Como un sueño muy a la larga. Tanto, que no he sido capaz de llegar a darme cuenta de que el momento ha llegado.

Mi chico y yo llevamos juntos tres maravillosos años, uno viviendo juntos. Jamás le he propuesto que seamos padres. Siempre se ha comentado como una broma, como algo en un punto situado justo al lado del infinito. Y ahora ha tenido que darse cuenta él antes que yo de que ha llegado el momento.

Me pregunto, ¿estaré preparada?