Una de las primeras dudas que te planteas cuando tratas de conseguir un embarazo es si llevarlo en secreto o contarlo a la gente más allegada.
Tengo que dejar claro desde el principio que soy contadora por naturaleza. No llego a disfrutar de las cosas si no se las cuento a todo el mundo, muchas veces soy demasiado anecdotista y pesada. Pero me gusta compartirlo todo. De hecho no es de extrañar que asedie a mis visitas con fotos y todo lujo de detalles de mi último fin de semana en cualquier fiesta, cumpleaños o escapada. Decidir que vamos a buscar un embarazo es una de aquellas noticias que me gustaría gritar a los cuatro vientos.
Aun así, después de una larga conversación con mi chico, decidimos llevarlo en medio secreto por una razón muy determinante; nos aterra la idea de tardar en conseguir el embarazo.
Pongamos que mi SeñoraSuegra es conocedora de nuestra búsqueda. No es una persona especialmente discreta y sutil. El hecho de imaginarme cada mes dando explicaciones de mis periodos, días de ovulación, frecuencia y posturas de nuestras relaciones sexuales no me apasiona lo más mínimo.
Por no decir que la SeñoraSuegra es de aquellas que tienen bastante suelta la tarjeta de crédito. Cabe dentro de las posibilidades más realistas que nos diera una visita sorpresa el día menos pensado para traernos un regalito que básicamente podría consistir en todo el lote necesario para la crianza del supuesto bebé desde el nacimiento hasta su primer día de universidad. Exagero un poco, pero no demasiado, creedme.
Por otra parte tenemos a los amigos. Esos que ejercen presión silenciosa observando tu figura y anotando en un registro meticuloso si bebes vino, comes jamón o has dejado de fumar.
Una vez decidido que no pensábamos contarlo, que guardaríamos el secreto, me di cuenta de que no podía llevar todo esto sola. Evidentemente es algo de dos, pero la lista interminable de obsesiones es exclusivamente mía. Y como no soy de guardar secretos ya lo he contado a tres personas;
MiSeñoraMadre; Muchas mujeres nos sentimos más cercanas a nuestra madres cuando tratamos de aprender a ser madres nosotras mismas. (Siempre y cuando la madre no haya sido muy desastre y el resultado haya sido mediadamente aceptable). De mi SeñoraMadre he aprendido que no debo obsesionarme. Está ilusionada y contenta (mi supuesto bebé sería su primer nieto), y me deja a mi aire. No me pregunta pero sí me observa. El otro día le dije que tenía muchos dolores de ovarios por la menstruación para ponerla al día. Así no le paso cuentas pero la tranquilizo un poco.
VeciMamiAgobiada; Mi vecina, madre de un niño de dos años y embarazada del segundo. De mi misma edad pero con experiencia. Me cuenta cosas y le pregunto muchas. Conozco cada uno de sus síntomas, su estado de ánimo, etc. Me gusta estar en contacto con ella y ver el embarazo y la maternidad sin censuras.
LaNoviaDelPrimo; Mi chico tiene un primo. Y el primo tiene una novia. Cabe decir que la adoro y que me encanta. Además, como no tengo cuñados, y mi chico y su primo se quieren tanto, los considero como tal y hacen esa función. En ningún momento pretendí compartir con ella mi búsqueda. De hecho lo conté en un estado algo etílico después de una cena con mucho vino. Exaltación de la amistad y del amor familiar. De este desliz sí que me arrepiento. No tenemos contacto constante y después de dos meses ya se ha puesto en contacto conmigo mediante mensajitos. “A veces me pregunto si ya estarás embarazada”. Durante nuestra última conversación le expliqué que habíamos cambiado de idea y preferíamos esperar. Creo que no me creyó.
Así pues, mi secreto ya no es tan secreto. Es solo semisecreto, secreto a medias. No llega a secreto a voces. Por el momento la euforia inicial se ha sosegado y he encontrado el equilibrio. No necesito compartirlo con nadie más. (Excepto mi blog.)